La respiración consciente es nuestra primera y principal herramienta para la recuperación y el mantenimiento de la salud.
Es la única función del cuerpo que escapa a la clasificación de voluntario o involuntario ya que puede funcionar de las dos maneras.
Todos los sistemas se alimentan del oxígeno.
Este entra por los alvéolos pulmonares y se distribuye a través del torrente sanguíneo.
Si prestamos atención a como respiramos descubriremos que solo usamos una parte muy pequeña de nuestra capacidad pulmonar, y que dicha respiración tiene una tendencia a usar solo el tercio superior de los pulmones, al nivel de las clavículas.
En los momentos de stress, tensión o ansiedad solemos respirar entrecortado, de manera agitada y con inspiraciones muy cortas. Esto además demanda un doble esfuerzo para el corazón, que tiene que bombear más rápido para llevar la misma cantidad de oxígeno a la sangre que si usáramos toda nuestra capacidad pulmonar.
Una respiración diafragmática, es decir lo que en Yoga se llama “Respiración Profunda”, ocupando toda la superficie que los pulmones nos permiten, es tres veces más efectiva que una respiración alta o clavicular.
Quiere decir que al respirar mal todos los sistemas se ven afectados en su calidad de funcionamiento. Y cuando decimos todos, ¡son todos!.
¿Por qué no aprender a hacer lo contrario?
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